"Los conceptos, al igual que las percepciones, son ambiguos y dependen de su trasfondo. Por otra parte, el contenido de un concepto está determinado también por la forma en que se relaciona con la percepción, ¿pero cómo descubrir esta forma sin circularidad? Las percepciones han de ser descubiertas, y el mecanismo de identificación contendrá algunos de los mismos elementos que rigen el uso del concepto que hay que investigar. No se penetra nunca por completo en este concepto, porque siempre se utiliza parte del mismo en el intento de encontrar sus componentes. Sólo hay un medio de salir de este círculo, y consiste en emplear una medida externa de comparación que incluya nuevas formas de relacionar conceptos y percepciones."
Paul Feyerabend - Tratado contra el método (1986)
Un terraplanista está disfrutando de una bonita puesta de sol junto a un afamado astrónomo que, ironías de la vida, es un gran amigo de infancia. Ambos asisten al mismo fenómeno, poco a poco el sol va acercándose al horizonte hasta desaparecer. ¿Podemos decir que han experimentado el mismo hecho? Objetivamente si... subjetivamente no. Ambos han percibido la misma imagen pero, en su mente, la imagen se decodifica en significados completamente distintos, embebidos en estructuras teórico-prácticas distintas que definen como experimentan el mismo hecho. El terraplanista ha asistido, un día más, a una demostración de cómo el disco plano terrestre es iluminado por un sol que barre su superficie, similar a una lámpara que ilumina una gran mesa. El astrónomo, en cambio, se alegra de haber sobrevivido un día más a un viaje a bordo de una esfera terrestre que, carente de referencia o destino hacia el cual dirigirse, rueda sobre si misma mientras orbita una gran estrella tenuemente conectada con el resto de las masas que forman la vía láctea. Finalizado el espectáculo de la naturaleza, es momento de la puesta en común de lo que acaban de experimentar. En la comunicación se evidencia el abismo entre las dos experiencias percibidas. Ambos han asistido al mismo fenómeno, pero no encuentran lugares comunes, palabras o conexiones de conceptos, a través de los cuales se transmitan los hechos que cada cual ha objetivado durante la observación del atardecer. Esto, amables lectores, es un efecto de la inconmensurabilidad de las experiencias.
1.El puente imposible.
La intención de este ejemplo es puramente ilustrativa, pero sé que muchos habrán caído en la primera impresión: el terraplanista está equivocado, el astrónomo es quién ve lo que sucede de verdad. Pero... ¿Cuál es esa verdad? ¿Cómo hemos llegado a ella?. Pudiera parecer que el caso es sencillo de resolver, pero ya hemos visto que cuando nuestros dos amigos enfrentan sus posiciones, aunque tengan intención de llegar a conclusiones verdaderas, realmente están hablando de cosas completamente distintas. Donde uno ve un foco en movimiento, el otro ve una bola de fuego que atrae a otras bolas por una fuerza a distancia que llama gravedad. El terraplanista no necesita esa especie de acción mágica en su "modelo físico". Por otro lado, el astrónomo no entiende como podría funcionar ese foco móvil que ignora las leyes más básicas de la física. Para conseguir salir de este embrollo, se explican el uno al otro los diversos experimentos que les han llevado a defender su postura. Estos experimentos parten de conceptos teóricos distintos, excluyentes y que solo tienen sentido dentro del propio paradigma que los ha parido. Ambos debaten de manera honesta, pero no consiguen mostrar eficazmente los errores que comete su contrario. Sus explicaciones se refieren a ideas que no existen en la mente del otro, no hay transmisión real. ¿Cómo salimos de aquí?. Por suerte, estamos nosotros para mediar en el asunto. Para ello acudimos a un conjunto de ciencias accesorias que nos permiten afrontar el problema desde otro prisma. El geomagnetismo, las mareas, el movimiento de placas tectónicas, etc. sirven de puente para establecer comparaciones entre las dos propuestas inconmensurables. Con el uso de estos puentes podemos ver, y demostrar, que la teoría terraplanista es insuficiente para explicar todos los fenómenos objetivados y sistematizados por el conjunto de ciencias accesorias. Estas actúan como "vara de medir" y conseguimos mensurar (o lo que es lo mismo, comparar) lo inconmensurable. Dicho de una manera más sencilla: para mediar entre teorías mutuamente excluyentes debe aparecer un tercer término teórico-práctico, independiente de las teorías en lucha, que nos sirva como referencia y punto de encuentro. Pero, por desgracia, algunos habréis visto que el problema se ha replicado sin que nos diéramos cuenta. El geomagnetismo, las mareas, la tectónica de placas y el resto de ciencias accesorias, que utilizamos para resolver la situación, se sostienen sobre la premisa de que la tierra es redonda. No hay independencia, hay solapamiento. De hecho, el mito terraplanista también ha intentado desarrollar sistemas accesorios paralelos que expliquen el geomagnetismo de una tierra plana (una tectónica, una teoría de las mareas...) para ayudar a sostener su (equivocada) idea del mundo. Las teorías se separan con la creación (¿intencional?) de mayor evidencia y el puente se derrumba antes de conseguir un contacto eficaz.
2.Hipótesis Sapir-Whorf: cuando el lenguaje moldea la experiencia.
"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo" escribió Wittgenstein en su "Tractatus logico philosophicus". Esta proposición marcó un antes y un después en la filosofía del siglo XX e inició el llamado "giro lingüístico". Para Wittgenstein, el límite de la experiencia es el lenguaje. No es posible comprender o experimentar algo sin la preexistencia de una estructura conceptual que lo haga comprensible. Esta propuesta filosófica se cierra con la última frase del texto: "De lo que no se puede hablar, hay que callar". Tres décadas después, la hipótesis de Sapir-Whorf dió un paso más allá en la relación entre el lenguaje y la experiencia subjetiva del mundo. Según estos autores, el lenguaje modifica el modo en que un ser experimenta los objetos de su entorno. No es solo "el límite del mundo", sino que da sentido y estructura la realidad percibida. A través de las posibilidades y formas del lenguaje, se esculpen los modos de entender e, incluso, nuestras propias vivencias internas. Un ejemplo, mil veces citado, es el impacto que tuvo la ausencia de tintes azules en la experiencia sensible de los antiguos griegos. Esta cultura no reconocía el azul como un color, no le dieron nombre y describían el cielo como "color bronce" (el sulfato de cobre es de un color azulado) y el mar como de un color "vino oscuro". Esta falta de concepto de azul, común en diversas culturas antiguas, se debe a la dificultad para encontrar materias primas para elaborar tintes azules. La hipótesis de Sapir-Whorf puede sernos útil para comprender las distintas formas de ver y experimentar la misma realidad entre distintas culturas o entre distintos individuos. Incluso explica fenómenos como la reinterpretación de los recuerdos propios cuando se visitan con nuevos conceptos y conexiones semánticas. Pero la hipótesis S-W insinúa un problema enorme en la comunicación de ideas. ¿Cómo puedo explicar el color azul a una persona que, habiendo visto el cielo desde niño, no percibe su "azulidad"? Por suerte existen tintes azules que sirvan de puente entre una cultura que dice "el cielo es azul" y otra que lo ve "color bronce". ¿Cómo consigo que un terraplanista deje de ver plana una esfera? Lo llevo a la estación espacial internacional o lo sepulto en los problemas que el terraplanismo no ha podido resolver y la tierra redonda resuelve. Es posible salir del embrujo en estos casos pero... ¿Qué sucede con conceptos que no tienen un referente material? ¿Cómo hablarle de libertad a un sujeto nacido en cautiverio? Y si todos, en mayor o menor medida, nacemos en cautiverios distintos... ¿De qué estamos hablando cuando pronunciamos la palabra "libertad" durante nuestro discurso? ¿Y otras palabras cómo "dignidad", "derechos", "etnia", "cultura", etc.?
3.La verdad solitaria.
Nos adentramos en terreno pantanoso y corremos el riesgo de que el relativismo extremo campe a sus anchas. Si echamos la vista a nuestra realidad, vemos que gran parte de la praxis política (y social) está centrada en articular discursos con coherencia interna, pero incapaces de externalizarse y fijar conceptos absolutos, ideas que contengan la realidad de los hechos. Los sistemas ideológicos (multiplicados, individualizados e inconmensurables) se convierten en laberintos unipersonales, sin contacto alguno con el exterior. Estos modelos, formando un lenguaje propio, separan al individuo de cualquier realidad que los ponga en duda. Los individuos que caen en estas ideologías se dedican a apuntalar el modelo y evitan exponerlo a sus contradicciones e insuficiencias, imposibilitando su adaptación a una realidad que está en continuo movimiento. Esto explica el creciente sectarismo, incapaz (e incapacitante) de establecer un diálogo social. Los múltiples bandos generan un conjunto de "ciencias" auxiliares que refuerzan su visión del mundo y estrechan la realidad que el creyente puede llegar experimentar y comprender. Estos complementos (ideologías económicas, prácticas morales, interpretaciones históricas...) no se elaboran para establecer un marco común, ni fijan su mirada en el mundo material. Eliminan realidades, culturas y personas, sacándolas de su construcción de "lo que es verdad". Si la verdad depende del contexto, solo necesitas modificar el contexto (eliminando parte de la realidad de los hechos) para transformar una gran mentira en una verdad. Las herramientas cognitivas, con las que analizamos el mundo, pierden la capacidad de ser compartidas e intercambiadas y se tornan inútiles una vez salen del modelo que las ha inventado. Vivimos contradicciones continuas en los discursos, mentiras disfrazadas de verdad, datos malinterpretados o, sencillamente, manipulados, modelos contradictorios que se sustentan en el mismo dato interpretado en direcciones distintas... ¿Cómo poner en común ideas que apelan a vivencias tan distintas? ¿Cómo sacar a alguien de su "verdad" solitaria? ¿Cómo salir de la nuestra?.
4.Encuentro.
Es momento de ser honesto. Este texto nace de mi incomprensión del renovado auge del fascismo y de una de sus consecuencias materiales, el genocidio palestino. Se me ocurren diversos modos para explicarlo y describirlo... Pero no consigo comprender a los defensores del modelo ideológico que lo sostiene. Me veo expuesto a discursos balbuceantes que me dejan impresionado y no encuentro respuesta, porque lo carente de sentido no puede tenerla. El sentimiento de soledad toma el control y, ante este abismo de incomprensión, solo se me ocurre un camino transitable: la empatía. La única manera de dejar de habitar una realidad unipersonal, llena de verdades incompatibles con un mundo externo insensible a ellas, es asomarse a la experiencia del otro. Esta vía me parece tan necesaria para los ideólogos genocidas, a los que pretendo combatir, como para mí. A nadie le viene mal salir de su laberinto y visitar el de al lado. La empatía debe servirnos no solo para entender (y así prevenir) la radicalización, sino que también es la forma de traer al radical de vuelta a ideas compatibles con la realidad humana. No confundamos esta postura empática con un buenismo o con un relativismo cultural extremo, donde creamos que todo acto, por atroz que sea, es justificable y explicable a través de las creencias o la cultura en la que se formó el individuo. Entender no es justificar (ni mucho menos compartir), total o parcialmente, visión con el contrario. Empatizar es un primer paso para combatir sus ideas y elaborar caminos que muestren la salida a los que han sido secuestrados por ideas ciegas como la pureza de raza, la posesión de una verdad sagrada y otros mitos insostenibles e inconsistentes con la tozuda realidad material. Este proceso de elaboración de puentes ideológicos debe establecer contacto con las formas de experimentar el mundo de estas personas. Sin establecer este marco común, no es posible el enfrentamiento eficaz entre ideas mutuamente excluyentes. La empatía puede (y debe) dirigir la construcción de un tercer término que haga contactar modelos teórico-prácticos que, en origen, son inconmensurables.
5.El reto cotidiano.
Está dinámica entre inconmensurables no se restringe a temas grandilocuentes. Nos encontramos con la inconmensurabilidad en nuestro día a día y en este escenario debemos iniciar nuestra acción. La inconmensurabilidad es el obstáculo que impide que un hijo entienda el consejo de su padre, es la barrera que impide al profesor hacer ver la importancia de la materia que imparte, es la desconexión que produce esa esquizofrenia transitoria del que siente un miedo atroz, pero no encuentra la amenaza objetiva que lo exacerba. La creación de sistemas de interconexión ideológica desde la empatía se vuelve, aquí, tan valiosa como ordinaria. El padre puede reconstruirse como hijo, para encontrar las palabras que den valor a su consejo según los códigos de su vástago. El profesor debe olvidar lo que conoce, con el objeto de transmitir eficazmente su idea fija del mundo a mentes más abiertas que la suya. El miedo debe someterse a la razón, para encontrar significado, y la razón debe valorar al miedo, para no estar vacía de sentido. El reto, como yo lo veo, es inmenso, pero no por ello imposible. La capacidad de conectar y relacionar modelos ideológicos es condición necesaria para el progreso humano. Ante una deriva individualista, atomizadora, diferenciadora, violenta (en casos extremos asesina y deshumanizadora), la respuesta pasa por conectar estas ideologías y enfrentarlas a la realidad humana que proponen. Mostrar por la vía material sus incoherencias y contradicciones, tanto internas como externas. Usar la empatía como puente y hacerla directora de la orquesta que es el debate ideológico. Formarnos en la estructura mental contraria y en la construcción de puentes que traigan el discurso a la realidad material, exponiendo sus consecuencias ante su público. Hacernos expertos de lo que queremos combatir, como el fisiopatólogo que, comprendiendo en profundidad el mecanismo que acaba con la vida que pretende proteger, diseña una cura. Solo el astrónomo que consiga imaginar una tierra plana podrá desarmar al terraplanista. Solo cuando elaboremos el tinte azul haremos ver que el cielo siempre ha tenido un color propio.
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