7. Exoneración
“¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes (…) las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; (…) monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.”
-Friedrich Nietzsche:“Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”
El 6 de Agosto de 2025 se emitió el capítulo 2 de la 27ª temporada de South Park. En él nos encontramos con una crítica a la economía de la atención y a uno de sus motores, el malismo, personificado en un Eric Cartman podcaster de extrema derecha. Cartman siempre fue una representación de lo malo y la serie lo utilizaba como un espejo en el que, en ocasiones, podíamos ver reflejada nuestra peor cara. En las 26 temporadas previas el personaje era criticado por sus compañeros cuando emitía opiniones antisemitas, machistas, racistas… y siempre era confrontado. Pero esta vez, descubre que existe un nicho socioeconómico para su ideología. Lo que antes era extremo ahora es mainstream y ese nicho está siendo explotado por Craig, un compañero de clase que nunca había defendido posturas tan radicales. De hecho Craig siempre fue un personaje sin una ideología clara, tremendamente pragmático y con una postura cínica y escéptica ante cualquier propuesta política. Cuando el orientador del colegio interroga a Craig, este responde que ha montado el podcast “por las perras”. La vida se ha puesto cara, incluso para un niño de 10 años, y es necesario encontrar nuevos medios de “conseguir perras”. Tras el asesinato de Charlie Kirk, el 10 de septiembre de 2025, Comedy Central decidió cesar la emisión de dicho capítulo en señal de respeto… y yo no podría estar más en desacuerdo.
La que, para mi, es la tesis central del capítulo se podría resumir en: La seguridad económica está, de facto, por encima del deber ético. Craig nunca tuvo opiniones supremacistas ni provida, pero se ve presionado por necesidades económicas y seducido por la conveniencia de satisfacerlas vendiendo su alma al diablo. ¿Quién podría salir herido en el proceso? Los podcast alt-right solo son opiniones, es un juego, un pasatiempo, un entretenimiento para personas que sólo buscan tener un reflejo de su ideología en un contenido de internet. Una masturbación mental en grupo. Las consecuencias de este juego retórico se han hecho ver en la realidad sociopolítica americana y el propio Craig acaba siendo consciente, al final del capítulo, arrepintiéndose del camino escogido por no ser coherente con sus valores personales. La contraposición con Cartman, que monta su propio podcast alt-right por disfrute, nos muestra aquí la importancia de la opinión libre de, al menos, condicionantes económicos. Cartman aparece disfrazado de Charlie Kirk e imita su estilo retórico. Dice disfrutar de mover los marcos del debate a su gusto, jugar con las palabras, ser deshonesto y eliminar las escenas donde es puesto en evidencia por sus contrincantes. Aquí aparece el arquetipo de sofista que disfruta articulando su discurso para demostrar que sus ideas son verdaderas, que defiende que la verdad aparece en el discurso. Para él, cualquier idea que pueda ser defendida en un debate es una idea verdadera. El debate se convierte en la forma de confirmar un prejuicio y deja de ser la búsqueda dialéctica de la verdad. Esta inversión, donde el debate deja de ser el medio y se convierte en el fin, es clave para entender a personajes como Kirk. Cuando abre debate no es para buscar puntos comunes, críticas irresolubles o aperturas de foco que permitan que su modelo ideológico abarque más campo; el debate es un medio para remarcar las propias ideas, eliminar cualquier disidencia y establecer una lógica de conmigo o contra mi. A la vez, esta polarización facilita la posterior monetización del contenido. Aumenta el número de comentarios, se comparte más,etc tanto a favor como en contra y ese, en realidad, ha sido el objetivo inicial del debate. ¿Quién en su sano juicio perdería tanto dinero por tener un debate honesto? Voy más allá, ¿Quién evitaría caer en una pendiente deslizante en la que ser más “tu mismo” es premiado con dinero y poder social?.
Es una hecho incontestable que, en lo que llamamos occidente, las condiciones de vida son cada vez más caras y la ideología consumista aumenta las necesidades año tras año. Esto ahoga al individuo en una espiral de necesidad, donde el sueldo obtenido a través del trabajo parece no ser suficiente para cumplir todas estas expectativas económicas. Aquí aparecen las redes sociales y su economía de la atención y el sinergismo se hace evidente. Si mis necesidades son cada vez más y las ideas más extremas llaman más la atención… solo hay un camino óptimo para cumplir mis deseos y “conseguir mis perras”. Vender tus acciones y tus pensamientos, tu ser en el mundo, se convierte en la acción más racional. Mejor morir rico y sin principios que pobre e íntegro. Esta moral choca frontalmente con ideales judeocristianos de lo más básicos y me parece llamativo ver como un país tan moralizado desde creencias religiosas ha conseguido conciliar posturas tan contradictorias durante tanto tiempo. Pero el colapso está en camino y, ante la falta de soluciones políticas, se están dando actos donde individuos toman la justicia por su mano. Esta tendencia es transversal y afecta a todos el espectro ideológico. En un lado tenemos el asalto al capitolio, personificado en el yankee disfrazado de toro portando la bandera estadounidense, que puso en jaque a las instituciones políticas de todo el país. En el espectro contrario disponemos del ejemplo de Luigi Mangione que, harto de la deshumanización a la que lo sometió su aseguradora, decidió actuar al margen de cualquier vía institucional. No sabemos con que intención se ha llevado este último asesinato, lo que si podemos conocer es el impacto sociocultural que se está produciendo. A la espera de que se sucedan los acontecimientos, no dejo de pensar en el papel catalizador que tiene el algoritmo y la economía de la atención. Ayer Kirk era un pobre diablo vendiendo su alma “por las perras”, hoy puede ser un mártir para algunos y un ejemplo de la ironía de la vida para otros. Verlo argumentando que el aumento de asesinatos por arma de fuego es un mal necesario que hay que tolerar en favor de una mayor libertad es, cuanto menos, una ironía que la realidad material ha tenido el placer de dispensarnos. Mi duda es, ¿era realmente honesto cuando lo oímos decir eso?
Este texto no pretende exonerar a los Charlie Kirk, la responsabilidad de las acciones siempre tendrá una componente individual y “el que siembra vientos, recoge tempestades” es un axioma del que todos disponemos en nuestro ideario colectivo. Lo que si pretendo es remarcar que en una economía de la atención, donde se capitaliza el valor extremo y la media se pierde en el vacío del algoritmo, es difícil establecer quién habla de manera honesta y quien lo hace por llamar la atención. Creo que esta distinción es clave para delimitar correctamente un concepto como la responsabilidad individual. El que emite opiniones deshumanizantes es responsable de las mismas y de sus consecuencias si se llevan a la práctica, pero el que lo hace solo por llamar la atención no deja de recordarme a los actores de jackass retorciéndose de dolor capítulo tras capítulo “por las perras”.
Comentarios
Publicar un comentario