1. Crítica
En nuestro entorno social es común oír la frase “no me critiques”. Esta expresión, a menudo usada como un mantra, busca proteger la libertad de pensamiento y expresión del mismo. O, al menos, estoy convencido de que esa es la intención de mi interlocutor cuando me pide que cese en mi empeño de tomarme en serio lo que dice. Nos encontramos ante un posible malentendido ya que “criticar” tiene, al menos, dos significados conocidos. El primero es analizar, separar, poner a prueba y/o valorar según criterios propios(1). El segundo, de connotación negativa, es la señalización de defectos o fallas. ¿Es entonces la crítica una antítesis, o siquiera un límite, de la idea política de libre expresión? En su primera acepción es evidente que no. Al contrario, me cuesta imaginar un pensamiento libre sin un proceso crítico asociado. Entonces… ¿Mi interlocutor desea una escucha acrítica y, por tanto, superficial? ¿Por qué somos tan reacios a ser criticados? ¿Confundimos crítica con censura? ¿Es posibl...